La reciente decisión de Grupo Xcaret de cerrar dos de sus atracciones, Xavage y la experiencia Insomnia de Xenses, ha dejado en el limbo a cerca de 400 trabajadores que han perdido su empleo. Este movimiento, según la empresa, responde a una “importante caída de ingresos” debido al descenso de pasajeros en el aeropuerto de Cancún y a un desplome del gasto por turista en el destino. Sin embargo, el contraste con su anuncio de una inversión de 700 millones de dólares para el desarrollo del nuevo hotel Xcaret México deja preguntas abiertas sobre las prioridades del grupo.
El parque Xavage suspendió actividades esta semana, mientras que Xenses continuará operando parcialmente con su modelo estacional. Según Xcaret, estas medidas son inevitables en un contexto de crisis. Datos de Asur confirman que Cancún registrará una disminución de tres millones de pasajeros este año, y el gasto promedio por visitante se ha reducido un 17% en los últimos dos años, lo que agrava aún más la situación del sector.
A pesar de la crisis, Xcaret destina recursos masivos al nuevo hotel, que sumará 1,800 cuartos distribuidos en 10 casas y promete generar 600 empleos en su primera etapa. Este anuncio coincide con el inicio del gobierno de Claudia Sheinbaum, lo que sugiere una apuesta política y económica ambiciosa, pero que podría dejar fuera a quienes más necesitan estabilidad laboral.
Mientras el aeropuerto de Tulum intenta atraer visitantes, con una proyección de un millón de pasajeros en su primer año, no se vislumbra una solución inmediata para los despidos. Ante estos cambios, las voces críticas cuestionan si la estrategia del Grupo Xcaret responde realmente a una crisis económica o a una reestructuración interna que pone en riesgo a los trabajadores para priorizar megaproyectos turísticos de lujo.
La pregunta queda en el aire: ¿Es ético que una empresa con la capacidad de movilizar cientos de millones de dólares justifique recortes masivos en el sustento de sus empleados bajo el pretexto de una crisis?
4o